REFLEXIONES DE UN IDIOTA CON CEREBRO XVII
Se me ha ocurrido hablar de los programas de televisión destinados a “cazar talentos”. Últimamente es una plaga, no hay forma de ver un rato la “caja tonta”, y no tropezar, por mucho zaping que uno haga, con alguno de estos “entretenimientos”. Tanto es así, que no me extrañaría nada ver dentro de poco a Pedro Piqueras comentar una noticia en el informativo, de repente quedarse callado, y que se vea el plano del Micky ese diciendo: “no, mira, Pedro, la noticia hay que darla con más sentimiento. Lo siento, pero mi voto es no. El siguiente”.
Ya tiene que estar la cosa muy malamente, para que te decidas a participar en un programa de éstos, para ver si el talento que crees que tienes, vanagloriado seguramente por los familiares con tres o cuatro copas de más en cualquier boda, bautizo, comunión, reunión familiar, etc., es cierto.
Se echa de menos la tradición de ir a actuar a locales cutres y siniestros, y que algún día pase un “cazatalentos”, productor o espécimen musical correspondiente, y que te descubra, te lance y te convierta en una estrella. Que luego paga un pastón a la cadena de radio o televisión correspondiente, para que pongan tu “jingle” o video todo el tiempo, que acabas tan harto, que te vas a duchar por la mañana, y los vecinos te tocan al timbre a quejarse porque no haces más que cantar la dichosa cancioncita, que de tanta oírla, ya no te la saca ni el “lava cerebros” más experimentado.
Estos programas deberían decir abiertamente que a lo que están destinados es a que el público se ría con los que lo hacen rematadamente mal, los que creen que lo hacen es “arte”, o los que han dejado salir un ratito del psiquiátrico para que les de el aire.
Lo malo es que gran parte de los candidatos, van con la esperanza de convertirse en alguien en ese mundo, porque con los sueldos actuales, tal y como está la cesta de la compra (ya ni le digo los buenos días a la cajera, del cabreo), y lo de que te toque la primitiva, no pasa de coger 3 números y que ten 8 euros, habiéndote gastado 10 (en mi caso, totalmente verídico), pues la gente decide salir de pobre, a costa de que millones de espectadores se diviertan con tus “virtudes”.
Y para más recochineo, los que tienen la misión de decidir si eres válido o no, son tres ó cuatro “famosillos” (su currículum no destaca precisamente por ser demasiado extenso). Que yo sepa, ninguno de ellos ha dado clases en la Art´s Academy, es componente de la Opera de New York, o miembro honorífico de la Orquesta de Viena.
La cosa empezó ya hace unos años, con el tema de los “triunfitos”, y salvo dos ó tres (“Rizbal” y la “india” Chenoa, por ejemplo), la mayor parte han tenido que buscar algún empleo adicional, porque las actuaciones que les salen en la típica fiesta de pueblo, no les da para vivir.
En fin, como el tema no da para más, mejor lo dejamos. Yo, como no tengo la “suerte” de cantar, bailar (hasta caminando por la calle creo que ni siquiera llevo bien el paso), o actuar (hasta una vez que hice de extra en una peli, en la que sólo tenía que figurar, lo hice mal), pues de mi no creo que se lleguen a reír mucho. Lo que si espero es que se rían con estas tonterías que me da por compartir. Un saludote, un abrazote, un portesenbiensote y un cuidesonte (el psicólogo no ha determinado aún el trauma que desencadenó que terminara las palabras en “ote”, pido “perdonote” de antemano).
Se me ha ocurrido hablar de los programas de televisión destinados a “cazar talentos”. Últimamente es una plaga, no hay forma de ver un rato la “caja tonta”, y no tropezar, por mucho zaping que uno haga, con alguno de estos “entretenimientos”. Tanto es así, que no me extrañaría nada ver dentro de poco a Pedro Piqueras comentar una noticia en el informativo, de repente quedarse callado, y que se vea el plano del Micky ese diciendo: “no, mira, Pedro, la noticia hay que darla con más sentimiento. Lo siento, pero mi voto es no. El siguiente”.
Ya tiene que estar la cosa muy malamente, para que te decidas a participar en un programa de éstos, para ver si el talento que crees que tienes, vanagloriado seguramente por los familiares con tres o cuatro copas de más en cualquier boda, bautizo, comunión, reunión familiar, etc., es cierto.
Se echa de menos la tradición de ir a actuar a locales cutres y siniestros, y que algún día pase un “cazatalentos”, productor o espécimen musical correspondiente, y que te descubra, te lance y te convierta en una estrella. Que luego paga un pastón a la cadena de radio o televisión correspondiente, para que pongan tu “jingle” o video todo el tiempo, que acabas tan harto, que te vas a duchar por la mañana, y los vecinos te tocan al timbre a quejarse porque no haces más que cantar la dichosa cancioncita, que de tanta oírla, ya no te la saca ni el “lava cerebros” más experimentado.
Estos programas deberían decir abiertamente que a lo que están destinados es a que el público se ría con los que lo hacen rematadamente mal, los que creen que lo hacen es “arte”, o los que han dejado salir un ratito del psiquiátrico para que les de el aire.
Lo malo es que gran parte de los candidatos, van con la esperanza de convertirse en alguien en ese mundo, porque con los sueldos actuales, tal y como está la cesta de la compra (ya ni le digo los buenos días a la cajera, del cabreo), y lo de que te toque la primitiva, no pasa de coger 3 números y que ten 8 euros, habiéndote gastado 10 (en mi caso, totalmente verídico), pues la gente decide salir de pobre, a costa de que millones de espectadores se diviertan con tus “virtudes”.
Y para más recochineo, los que tienen la misión de decidir si eres válido o no, son tres ó cuatro “famosillos” (su currículum no destaca precisamente por ser demasiado extenso). Que yo sepa, ninguno de ellos ha dado clases en la Art´s Academy, es componente de la Opera de New York, o miembro honorífico de la Orquesta de Viena.
La cosa empezó ya hace unos años, con el tema de los “triunfitos”, y salvo dos ó tres (“Rizbal” y la “india” Chenoa, por ejemplo), la mayor parte han tenido que buscar algún empleo adicional, porque las actuaciones que les salen en la típica fiesta de pueblo, no les da para vivir.
En fin, como el tema no da para más, mejor lo dejamos. Yo, como no tengo la “suerte” de cantar, bailar (hasta caminando por la calle creo que ni siquiera llevo bien el paso), o actuar (hasta una vez que hice de extra en una peli, en la que sólo tenía que figurar, lo hice mal), pues de mi no creo que se lleguen a reír mucho. Lo que si espero es que se rían con estas tonterías que me da por compartir. Un saludote, un abrazote, un portesenbiensote y un cuidesonte (el psicólogo no ha determinado aún el trauma que desencadenó que terminara las palabras en “ote”, pido “perdonote” de antemano).