miércoles, 31 de octubre de 2007

REFLEXIONES DE UN IDIOTA CON CEREBRO IX

REFLEXIONES DE UN IDIOTA CON CEREBRO IX

A ver, tres cuestiones que parece ser no quedaron muy claras en el artículo anterior, según los comentarios que alguno/a que otro/a me han hecho. Primero, la operación de fimosis no era la mía, sino de un tío que había pedido que se la hicieran, que ya tenía que estar bastante colgado para que ese tipo de operación, en esa zona tan delicada, te la hiciera un médico militar, a no ser que quisiera lisiarse conscientemente, para poder cobrar una pensión del ejército, sabiendo que su “herramienta” era solamente de “decoración”, que nunca se sabe.

Dos, entre las cosas que compartí con el “amigo ruina”, no incluía el gel de ducha, que mariconadas, las justas, y menos en la “mili”.

Y tres, lo del “sobrino endosado”, que es el punto que más dudas ha generado, se ve que pocos han tenido que sufrir lo mismo que yo, afortunadamente para ellos/as, es cuando tienes un hermano/a que se lía con uno/a, y éste/a a su vez, ya tiene un hijo/a de una relación anterior, que te lo tienes que tragar el día que decide no aguantarlo durante unas horas, y te lo “endosa”, o sea, “cuídame al niño/a, por fi plis”. Te tienes que comer las tonterías del susodicho, sin ni siquiera ser de sangre tuya, y te tienes que tragar los tacos que te salen cuando te rompen un mueble (hecho completamente demostrable, si alguno va a mi casa alguna vez, no abran las puertas de los armarios, si no se las quieren quedar en la mano). Menos mal que se inventó la play-station.

Voy a continuar narrando mis experiencias como “militar eventual”, pero antes, me acordé de un suceso mucho más tardío, y me ha parecido interesente comentarlo, más que nada, porque últimamente el alzheimer está dando sus primeros pasos por mis neuronas, y en alguno de sus paseos puede que me lo borre de la memoria.

Estuve una larga temporada (lo típico de no tener narices de dejar ese trabajo antes, por el correspondiente: “si dejo esto, con lo feo que soy, quién me va a contratar?”) realizando funciones de administrador de comunidades sin titulación, que significa que haces el trabajo completo, pero firma tu jefe, que es el que tiene el título.

En una de las comunidades, había la tradicional morosa, que en todos los edificios siempre hay alguna, la cual, no pagaba sus cuotas de comunidad, alegando que no le correspondía abonarlas, dado que como que no habitaba el piso, ya que no era su residencia habitual, y la vivienda estaba cerrada, no tenía la obligación de pagar. Es que lo del dinero del ICFEM hizo mucho daño, ya que la gente no se pudo formar bien, y luego pasan estas cosas, que es lo que me gusta decir, porque lo que realmente pienso es que esta señora era “tonta del bot….”.

En fin, que la susodicha, tras cuatro horas para explicarle la ley de propiedad horizontal, y caer en la cuenta de que si estaba obligada a pagar, me salta que vale, que si paga, pero que habíamos hecho muy mal al haberle negado la entrada al edificio. Yo puse una cara de asombro, al modo de cuando a un chimpancé le pones delante un billete de los de bin-laden, o sea, de 500,00€, porque no tenía ni idea de lo que se estaba refiriendo. Me comenta que le habíamos cambiado adrede el cilindro de la puerta de entrada al edificio, para que ella no entrara.

Esto es lo que se denomina vulgarmente considerarse “el culo del mundo”. Resumiendo, ese edificio tenía cinco portales, con 20 viviendas cada uno, lo que hacen un mínimo de 100 personas diferentes viviendo. Añádeles familias (maridos, esposas, hijos, abuelos, nietos, perros como los del anuncio de la primitiva, y como no, “sobrinos endosados”, que no debo ser el único tonto de este mundo, espero, por lo menos), lo que haría fácilmente casi 300 usuarios de esos portales. Consecuentemente, con tanto uso, los cilindros, que no están hechos precisamente del material de las cajas negras de los aviones, se van desgastando y rompiendo, con lo cual, se hace necesario el cambio, y lógicamente, las llaves antiguas ya no sirven, y a esta señora, al no habitar en el inmueble, no había forma de hacerle llegar las copias nuevas.

Pues bien, esa señora no entendía este proceso natural de vida de los cilindros, sino que habíamos sido nosotros, que para fastidiarla por no pagar, habíamos cambiado adrede el cilindro de su portal, y le habíamos impedido el acceso a su vivienda. Y se fue con esta idea del despacho, no hubo forma humana o inhumana (ganas de pegarle un tortazo hubo, pero no hubiera sido profesional) de convencerla de lo realmente pasado. Lo bueno es que esta señora pagó e inmediatamente vendió el piso, que si llego a tener que explicarle las cuentas a ella en una futura Junta de vecinos, lo de la locura de Jack Nicholson en “El Resplandor”, hubiera sido una partida de parchís comparada con mi reacción ante tal situación. Que si encima le tengo que explicar lo de la derrama para poner la nueva antena colectiva, no estaría aquí, escribiendo para que paséis un buen rato (espero), sino estaría aún explicándole las ventajas de disney channel.

Casi llevo dos páginas, y todavía no he hecho referencia a ninguna experiencia religiosa de mis vivencias en el cuartel. Aquí va una, durante varios meses, y como consecuencia lógica de juntarme con los “ruinas”, vivíamos mis compis y yo un “emporramiento” (no se si la palabra está reconocida por la Real Academia de la Lengua) generalizado, ya que nuestra rutina era la siguiente: porro antes de entrar al cuartel por la mañana, los que teníamos permiso para dormir en casa, otro antes del desayuno, otro para después del desayuno, otro en el descansito de media mañana, otro cuando nos cambiábamos a ultima hora de la mañana para irnos, y el último, después de salir del cuartel para celebrar el magno acontecimiento diario de volver a ser durante unas horas “personas normales”.

En una de éstas, en el descansito de media mañana, que nos íbamos al retrete en manada (que los mal pensados, y algunos asiduos de locales de ambiente, seguramente pensarían otro cosa) para que no nos trincaran los mandos, renació mi habitual “potra” (suerte) para situaciones complicadas. Como tenía trabajo acumulado en la oficina del cuartel, que era mi destino, me fume un par de caladas y me fui del baño. Nada más salir, oigo un portazo detrás de mí. Había entrado en el “excusado”, cerrando la puerta de golpe para que nadie pudiera escapar, el sargento con más mala leche del cuartel, el típico que si te hubieras disparado en una pierna durante un ejercicio con fuego real, te hubiera dicho que te levantaras, que todavía te quedaba otra, y que después podías seguir gateando con las manos.

Dicho sargento arrestó a todos los que estaban en el retrete en ese momento, o sea, que me libre, ya no por minutos, sino por segundos, que me pegó dos restregadas más de jabón cuando me estaba lavando las manos, y me veo pelando patatas (pongo patatas porque hay amigos/as de la península que leen mis artículos, y si pongo “papas” los/as descoloco) en la cocina del cuartel hasta que Esperanza Aguirre confirme que ya puede llegar a fin de mes con lo que gana.

En otro ocasión, cuando ya éramos “veteranos”, nos dio por hacernos pasar por mandos, a lo que contribuyó enormemente el coleguita que estaba destinado como “furriel”, que para aquellos/as desconocedores del argot militar, es el que tiene como misión estar al cargo de la ropa, armas, materiales y demás. Este furriel en cuestión, era uno de la “quinta”, y lo que no sabían los mandos, o si lo sabían, o bien les importaba tres pimientos, o lo pusieron adrede para poder beneficiarse ellos, es que era el más golfo de todos. Vale como ejemplo que el tío tenía un “panda” al principio de la mili, y cuando la dejó, nos fuimos un día en su coche para celebrar la despedida, y el trayecto de bareto en bareto lo hicimos en un Mercedes.

Este coleguita nos entregó unas insignias de sargento, y yo, que era el que tenía pinta de ser más mayor (siempre la he tenido, si no, como se come, cuando comenté que entré en una discoteca con 14 años, a ver como lo hubiera hecho, lo malo es que soy como el chiste, desde que abro la boca lo desmiento todo, y aun en la actualidad me dura), me puse los citados galones, y nos fuimos a donde estaba una camada de “machacas” (otro argot que significa que aún te quedan un par de meses de recibir collejas de los veteranos). Estos novatos, nada más verme, empezaron a levantarse y a saludarme: “a la orden, mi sargento”, y yo todo serio, y los colegas detrás descojonados, respondía: “descansen, descansen.”

En un momento determinado, me empieza el picor en la nuca que despierta mi sexto sentido (es que tengo un par de tías medio brujas, y debo tener algo trastocado en algún gen), lo que hizo que tardara 0,35 milésimas de segundo en desprenderme de las insignias de sargento. Lo que tardó en darse la vuelta la siguiente persona a la que pensaba hacerle la broma, que resultó ser un teniente de los de academia, que son los peores. Me salve por los pelos de las pestañas (que por el pelo de la cabeza no sería, no), que fui yo quien le tuvo que decir: “a la orden, mi teniente”, con el consiguiente descojono de los amigos que estaban escondidos viendo la escena.

Estos tenientes de academia son terribles de necesidad, pues no han vivido los entresijos de un cuartel desde los inicios, o sea, no han entrando de soldado raso y ascendiendo, son los tradicionales “niños de papa”, el cual les habrá pagado la academia, y no perdonan ni una. Te pillan en lo más mínimo y te meten tantas guardias nocturnas, que te tienes que ir a vivir a Australia, para recuperar los biorritmos de los que es el día y la noche.

Me he acordado escribiendo la presente (que bien me expreso, por Dios), de montón de anécdotas más, pero no quiero sobrepasar en ningún artículo las tres páginas. Según un profesor que tuve de cómo hacer relatos cortos, lo de “corto” viene por el número de páginas, no por la capacidad intelectual del que escribe, que hubo un par de alumnos a los que el citado profesor les dio el siguiente consejo: “hijo mío, si éste es el camino que buscas para ganarte los potajes durante el resto de tu vida, éste es el momento de cambiar, te lo aseguro”.

REFLEXIONES DE UN IDIOTA CON CEREBRO VIII

REFLEXIONES DE UN IDIOTA CON CEREBRO VIII

He descubierto que Dios no existe. Dios, si existiera, no permitiría que la leche suba 2 euros en una semana. ¡¡¡¡2 Euros!!!!!. Casi me da un telele de esos cuando reviso la cuenta de la compra que había efectuado, cosa por cierto que les recomiendo que hagan, sobre todo si nada más salir con las bolsas de la caja registradora, oyen detrás suyo las carcajadas de la cajera.

Los Mercadona y demás supermercados por el estilo, deberían contratar unos psicólogos de esos, para ponerlos en las entradas a los supermercados, cuando se produzcan subidas brutales como la referida, que te lleven a una salita, y allí con calma te lo van contando, en plan: “ya sabe ud., el coste de la vida, la crisis energética, el I.P.C., el calentamiento global, los Reyes no paran de tener nietos, etc…, hay que resignarse, la vida es una lucha diaria.”

En fin, tras este preámbulo, que me ha servido para descargar la mala leche (no, encima, lo que faltaba es que la leche saliera mala, se iba a enterar la cajera), que tengo desde ayer, os comento que ha llegado el momento más esperado o más odiado, según cada cual, ya que este artículo va a ser la continuación de mis vivencias personales.

Me voy a centrar en narrar mis peripecias cuando efectué el servicio militar, u séase, la mili, que creo que con todo lo que me ocurrió, llenaré este artículo y seguramente dejaré cosas sin contar. Empezamos el día que te tienes que incorporar. Pegarte un año ejerciendo de militar no profesional, como que no es una idea que te apetezca mucho, pero bueno, si hay que ir, pues se va. Con lo cual, me lo había tomado con filosofía, y con una mochila con las cosas que te comenta la gente que no debes dejar de llevarte (mudas de ropa interior, productos de higiene, crucifijos y ajos anti-vampiros, vamos, lo típico), me dirigí al cuartel donde tenía que presentarme. Fui solo, precisamente para evitar lo que viví ese día, madres llorando al despedirse de sus hijos, que parecía que se iban de misión suicida a Irak o algo por estilo, y alguna escapada de fluidos corporales de los nervios de los presentes, que se notan, y vaya si se notan, cuando te meten en los camiones para llevarte a tu cuartel de destino, todos apretaditos.

El primer día te lo pegas haciendo colas, que parece que estés tramitando alguna gestión burocrática, y encima sin poderte quejar a los funcionarios. Colas para que te entreguen la ropa, revisión médica, corte de pelo (bueno más bien, que te corten el pelo al estilo Kojak, problema que yo no tuve, pues mi calvicie es hereditaria, que quiere decir, que tuve pelo en mi época de bebe y para de contar).

Éramos tanta gente ese día, que llegado el mediodía, a los que ya habíamos pasado varias colas, te llevaban a la cantina para que te tomaras algo, eso sí, pagando uno mismo sus consumiciones, que en la mili te racanean hasta un bocadillo de mortadela rancia.

El grupo en el que yo estaba se abalanzó sobre el mostrador de la cantina, más que nada, porque no sabían cuando iban a comer otra vez, y alguno que otro, para llenar el estomago, que después de las vomitadas previas por los nervios, habrían eliminado de su cuerpo el desayuno, cena, merienda y comida, no sólo del día anterior, sino de varios juntos.

Yo me lo tomé con calma, y esperaba que la marabunta de gente (tal era el cuadro, que me hubiera sentido más seguro en una marabunta de hormigas) terminara. En mi espera, caigo en la cuenta de la primera situación mención de comentar. Un tío vestido con una camiseta de asillas, unas bermudas y unas chanclas. No es invención, es real. Me acerco a él, y le pregunto por su “pinta”, y me dice que no se acordaba que tenía que incorporarse hoy, que estaba en la playa, y se vino sobre la marcha. Yo le comento que debería tomarse algo, pues el día iba a ser muy duro, pero me comenta que por no traer, no trajo ni dinero. En ese momento salió mi vena de ayudar a la gente, que la tengo, y bastante grande, y varios/as de los que leen mis artículos lo pueden corroborar. Le invité al “amigo” al desayuno, y ya el tío no se despego de mí en todo el día.

Una vez instalados en nuestros catres, le tuve que dejar hasta un candado para la taquilla, que yo llevo siempre dos de todo. Lo del candado es un cosa fundamental, y más tarde explicaré el porque.

Ya por la tarde, te dejan a tu aire en el patio del cuartel, pues lo fuerte empieza al día siguiente, y no te quieren machacar desde el primer momento. Mi nuevo amigo me llevo a conocer a sus camaradas que habían entrado con él, y confirme la opinión que de él tenía, pues sus rasgos denotaban que era un “ruina”. Para qué fue aquello, el más tonto solo había estado una vez en la cárcel. El amigo les comentó a los suyos lo bien que me había portado con él, y a partir de ese momento, sin saber muy bien como, pasé a ser “el protegido de los ruinas”. Vamos, como en las pelis de cárceles. Este hecho viene en relación con lo de los candados de las taquillas, pues en los siguientes días, las “reventadas de taquilla y robos varios” eran de la orden del día, exceptuando la mía, claro, no tuvo ni un rasguño en toda la mili.

En esa primera reunión en el patio, todos ellos empezaron a sacar drogas de todo tipo y variedad. Yo, para no quedar como un tonto, pero para evitar daños mayores, en plan colocón bestial y que te trinque algún mando y te arreste hasta que Bush acate el protocolo de Kyoto, me limite a fumar un “porro”, y para seguir rompiendo mi imagen de “niño bueno”, no era ni mucho menos la primera vez. Hasta el amigo saco drogas que hasta yo desconocía que existían, que se ve que para él las cosas fundamentales que había que traer eran esas, ni candados, ni mudas, ni gaitas. Donde las tenía guardadas, con chanclas y bermudas por vestimenta, prefiero no pensarlo demasiado.

Ya pasados unos días, y tras los esfuerzos sobrehumanos que conlleva la instrucción (no se como las empresas que prometen adelgazar, no se han percatado de vender como producto estrella dos meses de instrucción militar, vamos, acabas perdiendo hasta los botones que te tragaste de niño/a), me levante una mañana medio tocado de la garganta, nada grave, pero como ya estaba harto de hacer el paso de ganso, pedí permiso para ir a ver al medico, que con lo que tardaba ese tío en verte y darte una antigripal (remedio del ejercito para todo: “sargento, me he torcido el tobillo” y te responden; “dos antigripales cada cuatro horas”) tenías para media mañana. Lo que falló ese día (y aprovecho para contarles que en la mili puedes operarte de cualquier cosa), es que un tío había pedido una operación, y en el cuartel, no existe la intimidad, cosa que descubres cuando vas por primera vez al retrete a hacer de cuerpo, por lo cual me gocé, hasta que el “matasanos” terminará y me atendiera, una operación de fimosis. La tortícolis con la que acabe, para evitar mirar “aquello”, fue tremenda.

Otro momento que solamente se me borrará cuando me llegue el alzheimer (espero, sería una “put….” que se me olvidará como me llamo, pero si me acordará de la mili), fue el día de la Jura de Bandera. Acto que para un militar es lo más sagrado que hay. Una Jura normal, dura como dos horas, con todos los actos, desfiles y demás que les gustan tanto a los militares. Pero, claro, con mi habitual mala suerte, me gocé una jura de bandera de cuatro horas y media.

El motivo es que mi jura coincidió con tres fenómenos adversos (no del tiempo, pero casi tan devastadores como el “niño”, la “niña” o el “sobrino endosado”, que tengo alguno, por cierto), a saber, despedida del antiguo Capitán General de Canarias, presentación del nuevo Capitán General, y para remate, un cura de los de “ésta es la mía, con este público me voy a poner las botas”, cuyo sermón no desmerece en nada a los que daba el Fidel Castro en sus mítines. Estaba tan feliz el hombre, al ver tanto público, y como se ve que en su parroquia iban las cuatro viejas del lugar (con todos los respetos, que conste), que se desmelenó (es un decir, porque curas hippies puede que los haya, pero yo no he visto ni uno), y creo recordar que hasta hizo mención de cómo iba Moisés vestido cuando fue a darle el coñazo al faraón para que los liberará de la esclavitud, amén de explicarnos que tipo de roble se utilizó para elaborar el bastón que llevaba siempre consigo, y con el que dio el golpe en la tierra para separar las aguas, que en aquellos tiempos los ingenieros de puentes no eran tan rápidos construyendo.

Todo esto, aliñado, como una buena ensalada de pasta, con un sol de principios de septiembre, que no es que rajara las piedras, es que hasta los topos se habían puesto factor de protección 25.

Ni que decir tiene que los desmayos generalizados de la peña, en pie cuatro horas y media, aguantando “la caló”, y las perdidas de memoria del antiguo Capitán General (se entendía entonces porque lo jubilaban) fueron incontables. Para aquellos forofos de los programas de caídas y tonterías varias, decirles que tengo la jura grabada en video, y no la he mandado a ninguna televisión porque todavía tengo dignidad, el día que la pierda no respondo de mí, que conste.

Bueno, yo creo que ya es bastante, como dije al principio, se me han quedado montón de cosas, no en el tintero, más bien en el portapapeles, que las dejaré para otro artículo. Como despedida, una frase de Jesús (según los evangelios que nos han llegado, aunque repasando la historia, no se yo si lo dijo en serio), “haz bien y no mires a quien”, aunque yo la voy a reescribir: “haz bien, pero si está bien buena, hazlo dos veces, que nunca sabes cuando volverá a tocar”.

REFLEXIONES DE UN IDIOTA CON CEREBRO VII

REFLEXIONES DE UN IDIOTA CON CEREBRO VII

Las criticas generalizadas del artículo número VI han sido sobre todo de que se han divertido mucho con mis vivencias personales, incluso algún golpe que otro ha habido de por medio, al caerse el lector correspondiente de la silla, del descojono que tenía al leerlo. No voy a dar nombres, pero espero que ya estés recuperado del golpe, Javieriki.

Pero creo que voy a dejar de hablar en este nuevo cúmulo de ideas (tengo que dejar de repetir palabras según mi amiga Alex), y voy a ceñirme a las tonterías que suelta la gente sin pensar.

Por ejemplo, leí hace poco en la página web de la emisora, http://www.radiouniontenerife.com/, lo siguiente: “mi voto, no es un voto en blanco para que los políticos hagan lo que quieran”. Primera reacción fue reírme, y luego, pasado el sofoco inicial, tildar al amigo/a de tonto. Si has votado a alguien que ahora mismo esta gobernando, y no te gusta lo que está haciendo, ahí te quedas, Catalina. La única cosa que puedes hacer es darle tu voto a otra fuerza política en unas nuevas elecciones, porque ya lo hecho, hecho está. Que les va a importar a ellos si no estás de acuerdo con lo que han decidido, tu ya le diste tu confianza, y ellos, si pueden, no solamente la aprovecharan, sino que hasta pueden que declaren una guerra en tu nombre, verdad Aznar?.

Otra lindeza, un abogado norteamericano ha presentado una demanda contra Dios, porque lo considera responsable de las inundaciones, desastres naturales, huracanes y demás, que conllevan consigo numerosas perdidas humanas. Bueno, este señor, dos cosas, tonto por partida doble. Primero, porque si realmente piensa que Dios se va a presentar al juicio, que hable primero con el Vaticano a ver si el rey del universo (si repito Dios, Alex puede que me mate) tiene la agenda libre ese día. Segundo, porque si lo hace para darse a conocer y que alguien lo contrate, sus “futuros nuevos clientes” reafirmaran la teoría de la evolución de Darwin, y que ellos son descendientes directos del eslabón perdido.

Mención aparte merece el presidente de Irán, quién soltó estos días la siguiente frase: “en mi país no hay homosexuales”. Hombre, claro, a ver quien sale del armario cuando sabe que como lo haga, lo asesinan. Yo le diría a este señor (por llamarlo algo) que haberlos, los hay, como las meigas y como las comisiones extraoficiales de los políticos (otra cosa es que se puedan demostrar, pero eso ya es tema para otro artículo), que con la facilidad que últimamente se declara todo el mundo homosexual, el porcentaje no se iba a detener en Irán, que la genética no entiende de razas, religiones y ropa de cuero. Vamos, que secuestran a Jesús Vázquez, y le dicen que demuestre ante el harén del presidente que no es homosexual, o le afeitan de cuello para abajo, y hasta la mula que carga las provisiones se lo pasa bomba.

Para remate final (este artículo lo voy a hacer muy cortito, cortito, casi como la personalidad de cualquier miembro de gran hermano), la frase de alguien que se mete en política: “yo me meto en este mundo para ayudar a la gente”. Bueno, alguno habrá, en sus comienzos, que pensara así, sobre todo de juventudes de fuerzas políticas y demás. Pero a mi no me engañan, si llegan a tener algún cargo, cobran por su cargo, cobran por comisiones parlamentarias o de lo que sea, cobran dietas por asistir a plenos (para el que no lo entienda, cobran dos veces por ir a trabajar, para que le digas tú a tu jefe, “oye, me tienes que pagar, aparte de mi sueldo, porque hoy he venido a la oficina”. Y el te responda: “pasa mañana por recursos humanos para que cobres, no te preocupes, lo único que yo a esa dieta la llamo finiquito por despido”.). Cobran dietas alimenticias, los viajes (por cierto, porque, los políticos, si dicen que miran por nosotros, no van en tercera clase, y así nos ahorran dinero a los que pagamos impuestos, que siempre los veo en primera clase, clase oro y demás). En definitiva, que con este “chollo”, hasta yo me meto en política, lo malo es que con lo feo que soy, y con solo una neurona, no me vota ni mi madre, bueno, realmente mi madre no me votaría porque sabe como le salio el niño, y ya ha cogido bastantes nervios conmigo.

En fin, yo le daría mi voto a alguien que en un mitin me dijera: “miren, yo me meto en política, porque no tengo donde caerme muerto, y así, si consigo escaño, con lo que gane en cuatro años, podré vivir durante una larga temporada”. Se va a forrar igual, pero por lo menos te lo dice de entrada.

En fin, para terminar, y para que vean que el que escribe también tiene su parte de tonto, que hay que mirarse siempre primero en su propio ombligo (acabo de mirármelo y tengo que pasar la esponja del baño mas o menudo por ahí también), acabo con el chiste más tonto que pueda existir, pero me río como un enano (de nuevo, perdón a los enanos) cada vez que me acuerdo de él, no hace falta que tenga ningún estado anímico artificial, para que vean que la neurona no está lo suficientemente desarrollada: eran 5.000 chinos jugando al fútbol en una cabina telefónica (de las de antes, de las López Vázquez) y de repente se oye, GOOOOOOOLLLLLL!!!!!!, y salta el portero y dice cabreado: es que me dejáis solo, tíos, es que me dejáis solo.

Después de este chiste, y el artículo de vivencias personales, queda suficientemente demostrado que ya no tengo remedio.

REFLEXIONES DE UN IDIOTA CON CEREBRO VI

REFLEXIONES DE UN IDIOTA CON CEREBRO VI

Por fin, tras unos meses de relajo, me he decidido volver a llenar un par de páginas, respondiendo así a las peticiones de varios lectores, que no se si me pedían que volviera a escribir por compromiso, o es que de verdad les han gustado los escritos anteriores. Lógicamente, el amigo facha, que estaba deseando que le comunicara el día en que definitivamente decidiera dejar de escribir, para instar en las Cortes que se declarara día de fiesta nacional, le va a sentar como tres patadas, a elegir entre el hígado, el estomago, la espinilla o la otra parte más sensible de los hombres.

Pero bueno, el motivo de esta tardanza ha sido por un tremendo estrés laboral durante los meses previos al verano, que ni siquiera un merecido descanso en agosto, ha sabido llenar el depósito de las neuronas (según el último scanner cerebral, la neurona, en singular).

Este cansancio acumulado me ha dejado en un momento “down” (para aquellos nostálgicos de los finales de los 80, principios de los 90, comentar que no tiene nada que ver con Juan Luís Guerra y sus 4:40), por lo que este escrito va a ser muy melancólico, dado que lo voy a dedicar a detallar vivencias personales, todas ellas traumáticas, y que por muy raro que les suenen, han sido reales. Vamos, que voy a hacer una especie de autobiografía, a ver si al final alguien me logra entender.

Empezamos en el momento de cuando empecé a gestionarme dentro de mi madre. La primera vez que mi madre fue a que le hicieran la ecografía, aparte de mi padre, la acompañó mi abuelo paterno, todo un caso, creo que mi vena humorística la heredé de él (para aquellos que se han leído todos mis anteriores escritos, decirles que no es el de la mala leche que aludí en mi primer escrito, sino el otro, y cuyas tajadas a nivel alcohólico reflejaré más adelante). El médico, viendo la citada ecografía, comentó: “se está produciendo una mitosis anormal, puede que vaya ud. a tener gemelos.” A lo que mi abuelo comentó: “bueno, eso no es problema, si salen con el prepucio muy grande, se les opera y ya está”.

Este abuelo es el mejor abuelo que se puede tener en la vida. Adelantándome unos años, comentare que fue el que me inició en el sutil arte de coger borracheras. Mi abuelo, con la excusa de sacar al nieto a pasear, me llevaba a bares, restaurantes y demás sitios de guardar, para cogerse unas de campeonato (la verdad es que no se como volvíamos a casa, la tasa de alcoholemia hubiera hecho explotar los aparatos actuales de la Guardia Civil). Y para que quede claro, falleció a los 91, y de alzehimer, con el hígado y el estomago en perfecto estado.

En fin, que este querido abuelo, en uno de nuestros habituales “paseos”, en el chiringuito correspondiente, se me queda mirando, y me suelta: “y tu que edad tienes ya?”. Yo le dije que 11, y me responde: “pues ya es hora de que te pegues un güisqui, que ya eres un hombre”. Mi primera borrachera, con 11 años. Una vez leí un artículo donde decía que era malo, malísimo, beber alcohol antes de los 14, con lo cual yo pensé: “pues nada, que le vamos a hacer”.

No hace falta comentar la bronca que se llevo mi abuelo cuando me llevo de vuelta con mi madre, y ésta comprobó mi primer estado de euforia artificial. Por cierto, si algún día me vuelvo famoso, y se deciden a realizar una peli sobre mi biografía (tal y como está la crisis de ideas en los guionistas de cine, no sería un pensamiento descabellado), les pido encarecidamente que obvien la escena de cuando el güisqui hizo su último efecto, y le vomite en los zapatos a mi madre.

Volviendo atrás en el tiempo, otro momento curioso fue el de mi bautizo Parece ser que mis padres, que para otras faenas conyugales se entendían a la perfección (tuvieron cuatro hijos y mi madre tuvo un aborto natural), lo de la comunicación entre ellos como que no. Cuando estaba ya enfrente del cura, éste les pregunto a mis padres como me iba a llamar, a lo cual, mis padres al unísono, dijeron, por un lado, mi padre, Pedro, y mi madre, Pablo. El cura los miro con una cara, como pensando: “vaya, hoy han tocado los indecisos”. Mi tía me cuenta que la discusión allí mismo fue de época, con aspavientos muy bravos por parte de mi madre, que se pueden considerar normales en una discusión, pero el problema es que mi madre me tenía en brazos, y un par de golpetazos con la pila bautismal parece ser que me lleve, seguramente ahí empezó el declive de mis neuronas. Al final, el cura, que seguramente ese día le había dado un repaso al Antiguo Testamento, les ofreció una solución salomónica, por la cual pase a llamarme Pedro Pablo.

Pasaremos ahora a reseñar el momento en el cual empecé a fumar, que coincide plenamente con el primer momento en el que comencé a ser manipulado por las mujeres. Edad: 14 añitos. Mi hermana, que tenía en aquel entonces 17 a punto de 18, un día me sacó de juerga con sus amigas/os, y nos fuimos a la típica discoteca del la época. En ella, una de las amigas de mi hermana, tras varios vacilones, me lleva a la barra y me suelta: “me gustas, pero yo solo estoy con hombres que fuman”. Dicho lo cual mi primera reacción fue girarme al camarero de la barra y decirle: “por favor, una cajetilla de camel (era lo que estaba de moda en aquella época), y si vendes mecheros, mejor que mejor”. Este momento desembocó más tarde en otro momento histórico, en el cual un ser humano pierde algo, pero en los hombres es menos doloroso porque no tenemos himen.

En cuanto a mi época estudiantil, reseñar que tuve cada potra (“suerte”, para los que no entiendan la palabra), con lo cual puede aprobar todas las asignaturas. El caso más flagrante fue un examen final de historia de 3º de bachillerato. La profesora explicó que el examen sería un tema a elegir entre 10. Más que temas, temazos, y consistiría en un sorteo antes del inicio del examen, y el tema que saliera, sería el que habría que contestar. Estudiarse 10 de temas de historia, a finales de curso, con las borracheras que me cogía yo en esas épocas, como que no, con lo cual, decidí no estudiar, y dejar la asignatura para recuperar en septiembre, que en veranito si me pondría a ello. Las semanas antes eran una locura por parte de mis compañeros, estudiando a cada rato libre, y poniéndome malas caras cuando veían mi cara de resaca los lunes por la mañana, mientras ellos se habían pegado los fines de semana encerrados.

El día del examen, éste tendría lugar justo después del recreo. Cuando terminó la última clase y empezaba el citado recreo, una histérica compañera, empezó a gritarme que como era posible que no hubiera estudiado nada, presa seguro de los nervios, cafeína en vez de sangre y demás cosas que se habría metido sin dudar. Pero me hizo reflexionar, y decidí leerme, digo LEERME, el tema más sencillo y más corto de los 10, que era la Reconquista. Empieza el examen, la profesora mete en una bolsa los nombres de los 10 temas en unos papelitos, y, para mas INRI, la mano inocente fue la de la histérica antes mencionada, y saca: LA RECONQUISTA. Al cabo de un par de días, viene la profesora con los resultados de los exámenes y comenta que está muy descontenta con la clase, pues de 40 alumnos, solo habían aprobado 5. Para más vergüenza generalizada, dice las notas en alto, y cuando dice mi nombre, suelta : SUFICIENTE. O sea, que fui uno de los 5 aprobados. A partir de ese momento, las malas caras de los compañeros pasaron a ser miradas asesinas, que de haberse consumado, hasta el más tonto de los detectives hubiera deducido asesinato en masa de 35 personas. Hasta alguna colleja del matón de la clase me lleve, pero claro, no es cuestión de meterse en peleas con un matón, y menos con aquel, que seguro que sirvió de modelo para los esteriotipos del citado personaje, sino más bien, habría que decirle: “no tío, más fuerte la colleja, y más cercana a la nuca, para que duela más”.

Bueno, yo creo que para un inicio de anécdotas personales ya está bien, además ya me he pasado de dos páginas, y no queremos que el amigo facha coja más nervios de los necesarios. Seguiremos con más vivencias personales más adelante, a ver si el momento “down” se va pasando. Para terminar, una frase de cosecha particular: En este mundo habrá montón de gente que te pueda llamar tonto en un momento determinado, pero teme más al que no te lo dice, pero pone cara de que lo está pensando.

REFLEXIONES DE UN IDIOTA CON CEREBRO V

REFLEXIONES DE UN IDIOTA CON CEREBRO V

Antes que nada, decir que hay buenas noticias, no me han llegado nuevas de algún intento de suicidio de alguna profesora de lengua, que diera clase a finales de los 70, principios de los 80. Me quedo más tranquilo, la verdad, me caía mal la “seño”, pero de ahí a ser responsable, por mis artículos, de que la pobre se coja una depresión y acabe mal, pues como que no.

Esta vez voy a enumerar una serie de cuestiones que me tocan las narices, y no utilizo el nombre de la parte de la anatomía masculina que también solemos utilizar, al hacer alusión a algo que nos enfada, molesta o cabrea, por si alguna vez ese artículo merece algún tipo de premio literario, y no me lo conceden por utilizar palabras soeces. Para aquel que no le haya quedado claro cual es esta parte, la pondré en catalán: collons. Que busque alguien que se la traduzca, que yo ya tengo profesora particular de catalán, por Internet.

Me toca las narices que un señor/a mayor se te cuele en una larga cola de espera en la boutique del pan, estanco para comprar el periódico, etc…, suponiendo que su edad le da el grado de no tener que esperar. Yo soy muy respetuoso con estas personas cuando viajo en un transporte público, cediendo mi asiento cuando está completo, porque estos miembros de la tercera edad, no están ya para pegarse un viaje de pie, y menos con algunos conductores de autobuses, que, una de dos, o se piensan que son parientes lejanos de Fernando Alonso, y que todo está en los genes, o el psicólogo que les hizo el test de personalidad estaba más colgado que él (no me hagan hablar de los psicólogos, que el día que lo haga, el artículo sobrepasará en páginas al Quijote o libro similar).

Pero el mismo respeto que yo les proceso, deberían tener ellos a la hora de intentar colarse (y digo intentar, porque a mi se me intentan colar, y ya la tenemos liada, aunque la señora venga con bastón) en un establecimiento, o como mucho, alegar que está enfermo/a y que se le permita por parte de los presentes, que se le atienda a el/ella primero, que la educación es lo que distingue a los seres humanos (a algunos, no todos) de los animales.

Con el tema de las elecciones, me toca las narices ver a tanto político por la tele, siempre los mismos. Como vea otra vez a la alcaldesa de la La Laguna por la caja tonta, espero que los desastres que voy a ocasionar, sean considerados por el juez como enajenación mental transitoria.

Me tocan ya, y creo que me las van a tocar durante mucho tiempo (repito, las narices), la campanita del dichoso tranvía. ¿No se han dado cuenta los políticos, técnicos responsables y demás, que esa campanita de aviso, se oye hasta en un decimoquinto piso? Lo que les faltaba a esa gente, que no pueda dormir por el dichoso sonido de la citada, y que me vuelva más loco aún de lo que estoy. Luego no se me quejen.

Me molesta la gente impuntual, que siempre llega tarde. Yo hago verdaderos esfuerzos para llegar siempre a la hora citada, y luego te quedas como un tonto, esperando por los demás, y encima si se lo recriminas al citado/a, te pone una cara, que refleja este pensamiento: “el colgado éste que no tiene otra cosa que hacer, y por eso siempre llega puntual”. Que te dan ganas de decirle: “tío/tía, que ni me he lavado la cara porque se me hacía tarde para quedar contigo, por lo que si me ves un punto negro, y te repugna, te fastidias”. Este último punto va dedicado especialmente a mis colegas de la radio, creo que hay confianza, y mejor lo dejamos ahí.

Me tocan y muy mucho, los sindicatos. Defender los derechos de los trabajadores, como punto de inicio, está más que bien, perfecto, diría. Pero no he visto ningún sindicato hacer una manifestación en pro de los derechos de un/a empleado/a de tienda, supermercado, camarero/a y demás profesiones, cuyos horarios sobrepasan en demasía las 40 horas semanales, y cobrando una miseria. Eso sí, dile a un funcionario que trabaje una hora por la tarde, y ya la tenemos liada, el tema lo critica hasta Jiménez Los Santos.

Me toca muchísimo la ley electoral que tenemos en Canarias. ¿Cómo es posible que 2.000 votos de los habitantes de una isla menor, tengan más peso que 15.000 votos de otra fuerza política? Una persona, un voto, ¿Por qué diab….. tengo yo que aguantar lo que decidan 2.000 personas, cuando los citados 15.000 han votado lo contrario? Si quieren paridad entre las islas, que obliguen a que las listas de candidatos se confeccionen con un porcentaje de habitantes de las islas menores, y que ellos defiendan a su isla, pero a mi no me hagan molestar más, que el medico se está forrando conmigo.

Aún a riesgo de ser excomulgado, me tocan en extremo los fanatismos religiosos. Que se lean este párrafo, y luego que mediten. La Tierra, nuestro planeta, se formó hace 4.500 millones de años. La vida, aún en forma unicelular, apareció como a los 2.500 millones de años. Si restamos, no hubo vida durante 2.000 millones de años. Los últimos datos científicos, reflejan que los antepasados del hombre actual, aparecieron como hace 5 millones de años, como consecuencia de la evolución de las especies. Por citar ejemplos, los dinosaurios estuvieron viviendo en la tierra aproximadamente 160 millones de años. ¿A que viene todo este rollo? Lo que dice la Biblia, de que Dios creó la Tierra y todas las cosas (incluyéndonos) en seis días, y el séptimo descansó, o la calculadora la compraron en un chino, o a mi no me cuadra. Respeto a todo aquel que sea religioso, mientras no me diga lo que tengo que hacer, no mate en nombre de su dios y no me discrimine por no seguir su fe.

Me fastidia no entender a las mujeres, pero, afortunadamente, les ocurre a todos los hombres, no soy un bicho raro, en ese sentido. Para mis amigas, les diré que los hombres somos simples. Ejemplo: si se le dice a una mujer “ya que sales, me puedes comprar el periódico?”, significa: “ya que sales, me puedes comprar el periódico?”. No hay más. Pero ellas se ponen a pensar: “el jod.. éste que no me quiere ver en casa, y por eso quiere que tarde más comprándole el periódico, porque se entretiene mejor leyéndolo que hablar conmigo, que se pensará que no sé de lo que hablo, que no hablo nada interesante, y no me ha dicho nada del suplemento para mí, que es un acaparador, que no se quiere gastar el dinero conmigo, que ya no me saca a cenar y……..”. A ver quien me desmiente lo que acabo de decir.

Y bueno, este es el final, perdón por el rollo de lo religioso, que yo, que soy el que lo he escrito, tampoco tengo nada claro si ha quedado entendible. Como despedida, un consejo del amigo Groucho: “si algún día te sientes cansado y deprimido, piensa que fuiste el espermatozoide más rápido”.

REFLEXIONES DE UN IDIOTA CON CEREBRO IV

REFLEXIONES DE UN IDIOTA CON CEREBRO IV (SE VE QUE TODAVIA ME ACUERDO DE CÓMO SE ESCRIBIAN LOS NUMEROS ROMANOS)

Pensaba dejar unas cuantas semanas antes de volver a bombardear a los amig@s con un nuevo artículo, pero todo cambió cuando el amigo facha criticó públicamente, en nuestro medio de comunicación radiofónico, mis artículos.

Me catalogó de “plumilla”. Yo, que ante todo soy muy cauto, busqué dicho término en el diccionario, y sólo salía una referencia a las plumas de un pájaro chiquitín, o en su caso, las plumas de una cría de pájaro. A mi también se me ocurrió que plumilla podía adjuntarse en una frase como adjetivo, a una persona del sexo masculino, que le gustan las personas de su mismo sexo (por no decir claramente que es un pedazo de mariconaz…..), vamos, algo así como que se le ve el plumero.

Pero plumilla referido como algo relacionado con la escritura, pues como que no (una de dos, o el facha estaba equivocado, o me tengo que comprar una diccionario actualizado, aunque bien mirado, mis diccionarios son los Larousse de los años 70, puede que sea por eso).

Al mismo tiempo, el amigo se refirió a que, en vez de gastar mis energías en saturarle su mail con artículos, me tendría que dedicar a canalizar mis fuerzas en unos ejercicios físicos, que implican necesariamente la presencia de otra persona (en mi caso, femenina), que se pueden realizar en diferentes mobiliarios (yo me quedo con una buena cama) y no hace falta, en principio, ninguna chuleta, pero yo siempre tengo un Kamasutra de bolsillo por si acaso.

Visto lo cual, y dado que el susodicho amigo criticó que le llenaba su mail, este artículo, en su nombre, le será enviado, no sólo una vez, sino tres o cuatro veces como mínimo.

Después de este interminable inicio (truco que se utiliza para llenar páginas cuando no se tiene claro de que se va a escribir, como es mi caso), pasaremos a rellenar otro par de folios con otro tema, que esta vez va a ser sobre los mítines políticos.

Si se tiene algún conocido que es miembro de algún partido político, y sin saber como, te ha enganchado para que lo acompañes a ver un mitin, haciendo referencia que viene tal político de la península, los llamados “vacas sagradas” de cada partido, uno en lo primero que piensa es: “ya me lió, como hago ahora para escaquearme?”. Claro está que este pensamiento te sale si te ha invitado un amigo (y me estoy refiriendo si eres un tío, aunque si eres una mujer, creo que pasaría lo mismo, pero al contrario, creo que ha quedado claro), porque si te ha invitado una amiga, que encima está de muy buen ver, estás cuatro horas antes, le ayudas a montar el escenario y te haces un tatuaje con las siglas del partido correspondiente.

Ahora bien, si me invitan a mi, me lo pasaría como un enano (perdón de antemano a los enanos, que yo que mido sólo 1,69 cm., no estoy para meterme con nadie).

Primero, la moda de poner gente detrás del orador, vamos, que te pegas todo el tiempo viendo el trasero del susodicho, temblando que el citado orador no sea Fraga, y deseando que sea el de alguna política que se nota que tiene gimnasio particular en su casa (la vena machista, que no hay forma de que se quede dormida, lo siento).

Otro de los momentos divertidos es ver como la gente aplaude a rabiar, con cualquier tontería que ha explicado el político, con una exaltación que no le sale ni al hincha más forofo tras ganar su equipo la champions league, que parece que acaba de descubrir el secreto de la vida eterna, la curación del cáncer, o algo mas inexplicable todavía, de donde sale la tremenda suerte que tiene Capello?.

Y ya para remate final, algo que no lo supera ni martes y trece en sus momentos más gloriosos, ver a los candidatos cantando y bailando al final del mitin. Yo de bailar y cantar, ni lo justo, lo más negado que hay en esta vida para ese tipo de arte, pero ver a un señor con sus añitos, calvo, con sus kilitos de más, moviéndose al ritmo de una melodía animada, las carcajadas que me salen, no solamente motivaran que me echen del mitin, sino que buscan algún artículo del código penal para meterme preso de por vida, por descojono público.

Y no te digo más, cuando se cogen todos los candidatos, con las manos alzadas, moviendo los brazos, con unas sonrisas más que forzadas (los de cirugía plástica se tienen que forrar después de cada mitin) y asegurando que van a ganar las elecciones. No hay ni una formación que sea realista y te antemano te diga: “a ver si conseguimos tantos escaños, para poder pactar con tal partido y poder conseguir alguna concejalía, consejería o lo que toque”.

En fin, que mi consejo es que acudáis a un mitin si os invitan, pero eso sí, poneros atrás, al final, para que vuestras carcajadas no se noten mucho.

Como despedida, otra de las frases célebres que me gusta reproducir, esta vez de Homer Simpson: “en el mundo hay tres clases de personas, las que saben contar y las que no”.

REFLEXIONES DE UN IDIOTA CON CEREBRO III

REFLEXIONES DE UN IDIOTA CON CEREBRO III

Me estaba comiendo la oreja a mi mismo (para los que no lo hayan intentado aún, decirles que acabas con una tortícolis de espanto) sobre que tema versar este nuevo artículo, puesto que hablar nuevamente de política, creo que cansaría hasta a mi madre, la cual no está para cansarse mucho ya, con la edad que tiene (si mi madre lee este último comentario, me deshereda, o sea, silencio en la gradería).

Pensé en dedicarlo a uno de los grandes misterios de la humanidad, las mujeres, pero desistí pronto, porque todo aquel que me conoce bien, sabe que a mi dame una chica rubia, monilla, con ojos verdes, y que sea niña pija, y me saca hasta que yo fui el tercer francotirador del asesinato de Kennedy, y eso que aún no había nacido.

Después pensé en hablar de otro tema que me apasiona, el fútbol, pero viendo la cantidad de amigas a las que le mando la presente, y teniendo en cuenta, que yo sepa, que solamente una de ellas es tan apasionada como yo a este deporte (y encima es del barca), con las demás corro el riesgo de que al llegar a estas líneas, me dejen más colgado que el Sr. Zaplana en una mezquita musulmana.

Al final me decidí por buscar un tema intrascendental, de esos de andar por casa, de los que no haya que pensar mucho, y así la neurona que queda, podía tomarse unos momentos de relax (lo de pagarle unas vacaciones en un crucero por el mediterráneo, ya me pareció excesivo), y se me ocurrió hablar de las series de dibujos animados de nuestra infancia. No de los de ahora, porque a mí me hablan de Sin Chan, y me siento más perdido que la mona chita en un salón de maquillaje (Nota para Pedro: debo dejar de ver programas donde salga chiquito de la calzada, creo que me está afectando).

Empezaremos con un héroe clásico, Superman, que venía del planeta Krypton. En dicho planeta, parece ser que sus habitantes eran superdotados, con coeficientes intelectuales de 250 para arriba y demás, pero déjenme que les diga una cosa, de moda, ni chufla. ¿Dónde se ha visto que los calzoncillos vayan por encima de la malla? Habría que proponerle a Superman un acuerdo en el cual él protegería el mundo, y a cambio, algún diseñador de esos de renombre, le diera unas clases de moda.

Luego me acordé de Mazinger Z, una de mis series favoritas de niño. En aquellos tiempos, con cinco o seis añitos, no me gustaba mucho lo de “pechos fuera”, que decía la robot Afrodita, compañera de Mazinger Z. Pero con los años cambié, vaya si cambié, no quedaba uno dentro, todos fuera (creo que me he pasado, pido disculpas).

Luego estaba Marco, que se pegó toda la serie buscando a su madre. Pregunta de examen: ¿se acuerdan de cómo se llamaba el mono de Marco? Pues se llamaba Amedio, y no sé si se habrán percatado, si no, para eso estoy yo, que fue una de las primeras publicidades subliminales religiosas de aquella época que yo recuerdo. ¿A qué me estoy refiriendo? Vean, vean: Ame-dio-s sobre todas las cosas. Está claro, ¿no?

Otra de las series que me impactaron fueron las de “érase una vez”, en sus tres formatos, el hombre, la vida y en el espacio. De la del hombre, que se suponía que era para enseñarte historia, yo la verdad es que no recuerdo nada (de la historia, me refiero) me quedé con los esteriotipos de los personajes, el héroe, el amigo fortachón del héroe, el malo con cara de bruto, y el amigo del malo, representado por un canijo pelirrojo, vamos, todo tan real como la vida misma. La que si me marcó, fue la de érase una vez la vida, porque me quede traumatizado, viendo como dentro de mi, según la serie, tenía unas defensas que se movían por mi cuerpo en naves aerodeslizables, disparando rayos laser a las bacterias y virus. Una vez me puse enfermo, con placas en la garganta, y mi madre me dijo: “eso es que tienes las defensas bajas”. Y yo pensé: “¿y donde compro yo ahora baterías para recargar rayos laser?”.

De las series actuales, me quedo con la de los Simpsons. Ya sé que las últimas temporadas no hay por donde cogerlas, pero en las anteriores, hay momentos realmente geniales. Yo me quedo con el amigo borracho de Homer, Burny, si os fijáis, cada vez que él sale, son los momentos más divertidos, y por supuesto, el ayudante del Sr. Burns, el Sr. Smithers, que pierde más aceite que un Locomía en un funeral por la memoria de Fredy Mercury.

Para terminar, quiero hablar de los pitufos, mi predilecto era el dormilón, lógicamente, pero con esta serie, tengo un trauma, y desde que tenga dinero, me voy a un buen psicólogo a que me lo mire, porque no puede ser nada bueno que “te ponga” la pitufina.

Con esto termino, y como habéis podido observar, no he hablado ni de bugs bunny, ni el pato lucas ni del correcaminos, esos son intocables, vamos, lo tengo tan claro, que si algún día le van a quitar puntos del carnet por conducir ebrios, yo les dejo los míos, que no se preocupen.

P.D. ¿Os habéis fijado (sobre todo los amigos) como está Scarlett Johanson en el nuevo video del capullín del Timberlake? Yo de mayor quiero dos como ella, si, dos, por si acaso una se me pierde.

REFLEXIONES DE UN IDIOTA CON CEREBRO II

REFLEXIONES DE UN IDIOTA CON CEREBRO II

Me encontraba yo tan a gusto y lleno de satisfacción personal, tras haber escrito el primer artículo, y cuyas críticas en su gran mayoría han sido de felicitación (gracias a tod@s por vuestra opinión, pero me di cuenta enseguida de que el artículo era bueno, cuando, tras remitírselo al amigo facha, éste lo puso de vuelta y media, y me preguntó que me había fumado, con lo cual, si a él no le gusta, es que es bueno; si me llega a decir que estuvo bien, me hubiera quedado preocupado), cuando escuché algo por la radio, algo tan sorprendente, que me hizo volver a teclear y llenar otro par de páginas (esta vez intentaré que sin faltas de ortografía, verdad, eu?).

Llego a casa tardíamente (los motivos de dicha tardanza no son dignos de comentar, y menos por un caballero como yo, pero para el amigo facha, le diré que estaba bien buena) y para conciliar el sueño me enganché a la radio. Entre las primeras vueltas para conseguir la postura adecuada de la almohada, escucho una cuña publicitaria del partido que actualmente nos está gobernando en el ayuntamiento, CC, en la que se le pregunta a un señor mayor por los candidatos a la alcaldía. La respuesta del susodicho es “yo no iba a ir a votar, pero ahora si lo voy a hacer, a votar al Sr. Zerolo, nuestro alcalde, para defenderlo de todas las mentiras que se han ido diciendo sobre él”. Antes que nada decir que estas líneas no son la frase literal de la cuña, es más o menos la idea que querían plasmar, que luego saltan los listillos, y a mi lo de saltar por encima de ellos, las rodillas se quejarían un montón.

Tras escuchar esta cuña, la sangre empezó a hervir dentro de las venas (tuvo que ser eso, porque la cena había sido fría, no por la compañía, sino por el tipo de comida), y se me empezaron a erizar todos los pelos del cuerpo (incluso el de las orejas, que ya empiezan a salir por ahí también, que la edad no perdona, ni siquiera jugando con comodín).

A este señor mayor (digo lo de mayor por el tono de voz del entrevistado en cuestión, que denotaba tener sus años de experiencia en la vida), yo le recordaría que tres años atrás, se podía tranquilamente pegarse su paseo matutino con sus amigos, quedar en la plaza del barrio correspondiente, caminar rambla abajo, calle del castillo, viendo a las niñas y no tan niñas pasar (si, abuelo, si, que a estas alturas ya no engañamos a nadie), llegar a la plaza candelaria, tomarse el cafecito con los amigos, viendo a los que no tienen la buena suerte o mala suerte (según cada cual) de no estar jubilados, corriendo por las calles realizando sus labores profesionales, gozando del buen lenguaje que te sale cuando un taxista se te pone en medio sin previo aviso y con alevosía. En fin, lo que se dice, una mañana tranquila.

Pero desde hace tres años para acá, esos idílicos días se vinieron abajo, porque, desde que empezaron las obras del tranvía, con zanjas, aberturas, roturas de aceras, ruidos, atascos y demás (todos ellos han provocado en mi reacciones verbales que el día que llegue al infierno, hasta el diablo me dirá: “macho, te pasaste, eso no lo digo ni yo”), lo de pasear por las ramblas y zona centro, y menos para un señor “abuelo” (con todos los respetos), se habrá convertido en una odisea.

Desde hace tres años hasta ahora, este señor se habrá quedado en su plazita del barrio, ejerciendo de “canguro no profesional” con los nietos en los días festivos o cuando algunas de las innumerables huelgas de los colectivos de educación provocaran días sin clase (porque de las guarderías públicas no me hagan hablar, que entonces la presión sanguínea no habrá médico que la baje).

Y ya no hablemos si el señor entrevistado hacía referencia al espinoso tema de Las Teresitas, donde el actual acalde está siendo investigado por presuntos fraudes. Porque ese tema es tan lioso, que hasta yo, que me he leído la denuncia presentada por la fiscalía anticorrupción, todavía no he acabado de entenderla del todo. Si se refería a la mala imagen que esta denuncia le puede haber hecho al sr. Alcalde, yo le diría a este señor entrevistado, que, primero, nadie es culpable hasta que se demuestre lo contrario, y segundo, hay que dejar trabajar al sistema judicial, y que éste determine con sentencia firme si hay delito o no. Pero lo más importante es que nadie se pone a investigar porque le hayan quitado un caramelo a un niño (si hablamos de una buena chocolatina ya habría que pensárselo), sino porque está en juego una presunta venta ilegal de terrenos públicos, y unos presuntos cobros de comisiones ilegales.

En definitiva, la mala imagen la tendrá el alcalde si se demuestra con sentencia firme que es culpable, y si se demuestra que es inocente, su valoración política se incrementará mucho más, a mi juicio.

Y todo este rollo de parrafada viene a que me parece una auténtica …………. (dejo a los lectores que rellenen ese campo con la palabra que les parezca apropiada, y así este artículo se ha convertido en un texto interactivo, toma ya, como decían en una famosa zarzuela, “hoy los tiempos adelantan que es una barbaridad”), y que no se puede uno posicionar ni a favor ni en contra de nadie, de momento.

Me refiero a que este señor debería ir a votar, primero y más importante, porque es un derecho que se ha sufrido mucho por conseguir, con victimas humanas de por medio, y segundo por ideología política, por valoración de los candidatos, por los programas electorales de cada partido, etc, etc.

Si este señor le quiere dar su voto al actual alcalde, debería ser porque le ha gustado su gestión en estos últimos años, sus logros y sus aciertos. No debería decantarse en darle su voto ahora porque se han metido con él. ¿Esto qué es? ¿Una pelea de colegio? Como se han metido con mi amigo, yo me pongo del lado suyo.

Bueno, con esto terminamos el capítulo II, ya se que ha salido mucho más serio que el primero (con lo que mi amiga de Barcelona no se va a reír tanto como con el otro, pido disculpas de antemano), y que seguramente, para unas mentes tan privilegiadas como vosotros, no habrá colado la sutil intercalación de la crítica a las obras del tranvía, que he metido, sin tener en principio mucho que ver con lo realmente escrito.

En fin, esta vez me despido con una frase celebre de Chico Marx (en realidad no es de Groucho, sino de Chico), que reza: “yo no tengo nada, pero cuenta con la mitad”.

REFLEXIONES DE UN IDIOTA CON CEREBRO I

REFLEXIONES DE UN IDIOTA CON CEREBRO

Heme aquí (empezamos mal si tengo dudas de si "heme aquí" está bien escrito, pero, caso de que no sea así, mis amigos lo comprenderán; lo único es que si este artículo lo lee mi profesora de lengua se pensará que conmigo no hizo bien su trabajo, pero, que se fastidie, que me tuvo dos años liado con lo del pretérito pluscuamperfecto) que iba yo caminando tranquilamente por la calle, con el mp3 a tope, como siempre (ya no se que excusas inventar cada vez que voy al otorrino), que me tropiezo con un amigo de esos que la vida te hace encontrar muy de cuando en cuando, y tras los tópicos saludos de rigor, se acuerda que tengo un programa de debates políticos en una emisora local, y me dice: “ya están aquí las elecciones”.
La primera reacción es decirle: “pues sí”, pero interiormente pienso, macho, no te enteras, la política no descansa, desde que se celebran unas elecciones, los políticos ya están maquinando la siguiente. Ya están pensando, en estas ha sucedido ésto, pero tengo que andar con mucho cuidado, porque no se lo que puede pasar en la siguiente, y al que ahora le hago la jugada, el día de mañana me puede hacer falta para gobernar. Claro ejemplo sucedió en el Ayuntamiento de Santa Cruz, que, aún de haber tenido mayoría absoluta CC, el alcalde pactó con todo hijo de vecino (excepto con los tres del PNC, pero eso ya era demasiado, hay que saber con quién te juegas los garbanzos, si no, el potaje te sale aguado).

Y el amigo, que en su corta expresión tenía toda la razón del mundo, me hizo plantear la cuestión de expresar en un artículo lo que yo pienso de estas futuras elecciones. Bueno, también hay que darle su granito de arena, a una amiga que últimamente me ha enviado artículos escritos por ella, de sus vivencias y anécdotas, y que me ha hecho despertar el gusanillo de volver a escribir, cosa que hacía bastante tiempo que no hacía. Gracias al amigo, y gracias, Alex.

Tras este preámbulo, que seguramente no será válido para servir de introducción a ningún libro que se precie (a un libro que no se precie creo que tampoco), voy a pasar a hacer una crítica personal sobre los candidatos que se van a presentar.

Empezaremos por los actuales gobernantes (creo que es el momento de aclarar que me voy a centrar en la ciudad de Santa Cruz de Tenerife, en los candidatos a la alcaldía), CC, que llevan casi 24 años seguidos gobernando, y algunos de ellos, llevan todos esos años en el ayuntamiento (verdad, Tony?), y cuyas vallas publicitarias presentan al alcalde, con una sonrisa, bien vestido y con los brazos cruzados (truco que yo utilizo cuando, tras un duro día de trabajo, mis axilas han perdido la batalla con el desodorante, y perdón de antemano por si hiero sensibilidades), con un eslogan que reza: Yo cumplo. El chiste fácil de que es lo que cumples?, años?, lo dejamos correr, porque, aparte de que habrá sido ya más que utilizado, creo que se me puede ocurrir una ironía mejor, que para eso fui a cole de pago. A mi lo que se me ocurre es: “claro que cumples, y con el personal de confianza, ni te digo”.

En referencia a este eslogan, un nuevo partido, nutrido por los anteriormente mencionados ex_miembros del PNC, que ahora se presentan como “Ciudadanos de Tenerife”, o algo así, han puesto la misma valla, pero con una imagen de un pinocho de madera, en vez de la figura del alcalde, haciendo referencia a que nuestro actual alcalde presuntamente no dice toda la verdad a sus ciudadanos. Yo, con lo de pinocho, se me ocurre más bien, que el alcalde lo que tiene es pinta de marioneta, que está puesto ahí por los que realmente gobiernan, y que hace lo que ellos le dicen.

Pero volviendo a nuestros “nuevos amigos” de los ciudadanos, para mi perdieron todo su crédito político al abandonar en el transcurso de la legislatura, el partido por cual se presentaron (aunque dos de ellos como independientes), y en vez de devolver sus actas, se quedaron y se pasaron al grupo mixto. No hay nada que más me reviente (aunque la normativa política lo permite), que alguien que abandona una fuerza política y no se va a su casita, que llueve. Si ya no comulgas con unas ideas, no creo que sea moral continuar en un cargo que has conseguido gracias a unas siglas que ya no te convencen.

Ahora nos centramos en los socialistas, el PSOE, cuya candidata, que creo que era muy conocida en su casa a la hora de comer, pero poco más (creo que hasta en los desayunos y en la cena se planteaban los familiares quién se acababa de sentar a la mesa), y cuyo eslogan es: YO SOY ESA. A esta señora le tendrían que informar que a las amas de casa (con todos los respetos a este colectivo, y muy en especial a mi madre, participe toda de su vida de este sector, que saco cuatro hijos adelante con muy pocos medios), y que presumiblemente son las que ven los culebrones, solo van a votar en un porcentaje muy minoritario, porque tienen tantas cosas que hacer en un solo día, que no tienen tiempo de interesarse en política. Por lo que si pretendía ganarse con este eslogan a este colectivo, al asesor político que se le ocurrió la idea, le recomendaría un curso acelerado de reciclaje de “como conseguir votos”.

El punto fuerte, o por lo menos a mi me lo parece (ya estoy temiendo la reacción de mis amigos del PP, Javi y Fabio), es el candidato del PP. Tengo que reconocer que de toda la vida me han gustado los extremos, pero lo de este señor, lo del claro-oscuro lo sobrepaso hace tiempo, creo que ha pasado por toda la gama de colores del aro-iris, y ha repetido color en más de una ocasión. Ha pasado de que quiere que los alumnos se vuelvan a levantar en clase cuando entra el profesor (si mi abuelo, que era de la CNT levantara la cabeza, bueno, mejor no, que tenía una mala leche…), a ser el que con más clamor aplaudía una gala drag queen. Yo me imagino a este señor en una reunión con un constructor, un pescador y un ecologista. El constructor pediría ganar tierra al mar, para poder construir, y el candidato del PP se lo prometería. Luego el pescador querría ganar más mar a la tierra, para poder pescar más, y el mismo candidato se lo prometería. Y el ecologista querría que el mar tuviera más espuma cuando llega a la playa, y el citado candidato diría que es factible, y que lo lleva en su programa.

Este señor ha hecho suyo un eslogan muy viejo del mundo del maketing (se de lo que hablo, que he hecho cursos hasta de marketing, así me va), el cual reza que lo importante es que hablen de uno, sea bueno, malo, regular, a medias, con caspa o sin caspa.

Para el final he dejado una inmensa mayoría de partidos locales que, a mi modesta opinión, no van a conseguir más que abarrotar una mesa con sus papeletas en los colegios electorales, y que más de uno se pegue cuatro horas buscando la papeleta correspondiente (perdón por la rebundancia de papeletas) del partido que va a votar.

Les daría un consejo, si se unieran, podrían conseguir alguna representación, sumando todos sus votos, pero por si solos, y tal y como tenemos la actual ley electoral, el dinero de sus campañas me lo gastaba yo en una buena comilona.

Y bueno, como decían porky y bugs bunny, “esto es todo, amigos”, y como decía superratón (para cuando una película de superratón? en que están pensando los productores de cine?) “no olviden vitaminarse y supermineralizarse”.