miércoles, 31 de octubre de 2007

REFLEXIONES DE UN IDIOTA CON CEREBRO IX

REFLEXIONES DE UN IDIOTA CON CEREBRO IX

A ver, tres cuestiones que parece ser no quedaron muy claras en el artículo anterior, según los comentarios que alguno/a que otro/a me han hecho. Primero, la operación de fimosis no era la mía, sino de un tío que había pedido que se la hicieran, que ya tenía que estar bastante colgado para que ese tipo de operación, en esa zona tan delicada, te la hiciera un médico militar, a no ser que quisiera lisiarse conscientemente, para poder cobrar una pensión del ejército, sabiendo que su “herramienta” era solamente de “decoración”, que nunca se sabe.

Dos, entre las cosas que compartí con el “amigo ruina”, no incluía el gel de ducha, que mariconadas, las justas, y menos en la “mili”.

Y tres, lo del “sobrino endosado”, que es el punto que más dudas ha generado, se ve que pocos han tenido que sufrir lo mismo que yo, afortunadamente para ellos/as, es cuando tienes un hermano/a que se lía con uno/a, y éste/a a su vez, ya tiene un hijo/a de una relación anterior, que te lo tienes que tragar el día que decide no aguantarlo durante unas horas, y te lo “endosa”, o sea, “cuídame al niño/a, por fi plis”. Te tienes que comer las tonterías del susodicho, sin ni siquiera ser de sangre tuya, y te tienes que tragar los tacos que te salen cuando te rompen un mueble (hecho completamente demostrable, si alguno va a mi casa alguna vez, no abran las puertas de los armarios, si no se las quieren quedar en la mano). Menos mal que se inventó la play-station.

Voy a continuar narrando mis experiencias como “militar eventual”, pero antes, me acordé de un suceso mucho más tardío, y me ha parecido interesente comentarlo, más que nada, porque últimamente el alzheimer está dando sus primeros pasos por mis neuronas, y en alguno de sus paseos puede que me lo borre de la memoria.

Estuve una larga temporada (lo típico de no tener narices de dejar ese trabajo antes, por el correspondiente: “si dejo esto, con lo feo que soy, quién me va a contratar?”) realizando funciones de administrador de comunidades sin titulación, que significa que haces el trabajo completo, pero firma tu jefe, que es el que tiene el título.

En una de las comunidades, había la tradicional morosa, que en todos los edificios siempre hay alguna, la cual, no pagaba sus cuotas de comunidad, alegando que no le correspondía abonarlas, dado que como que no habitaba el piso, ya que no era su residencia habitual, y la vivienda estaba cerrada, no tenía la obligación de pagar. Es que lo del dinero del ICFEM hizo mucho daño, ya que la gente no se pudo formar bien, y luego pasan estas cosas, que es lo que me gusta decir, porque lo que realmente pienso es que esta señora era “tonta del bot….”.

En fin, que la susodicha, tras cuatro horas para explicarle la ley de propiedad horizontal, y caer en la cuenta de que si estaba obligada a pagar, me salta que vale, que si paga, pero que habíamos hecho muy mal al haberle negado la entrada al edificio. Yo puse una cara de asombro, al modo de cuando a un chimpancé le pones delante un billete de los de bin-laden, o sea, de 500,00€, porque no tenía ni idea de lo que se estaba refiriendo. Me comenta que le habíamos cambiado adrede el cilindro de la puerta de entrada al edificio, para que ella no entrara.

Esto es lo que se denomina vulgarmente considerarse “el culo del mundo”. Resumiendo, ese edificio tenía cinco portales, con 20 viviendas cada uno, lo que hacen un mínimo de 100 personas diferentes viviendo. Añádeles familias (maridos, esposas, hijos, abuelos, nietos, perros como los del anuncio de la primitiva, y como no, “sobrinos endosados”, que no debo ser el único tonto de este mundo, espero, por lo menos), lo que haría fácilmente casi 300 usuarios de esos portales. Consecuentemente, con tanto uso, los cilindros, que no están hechos precisamente del material de las cajas negras de los aviones, se van desgastando y rompiendo, con lo cual, se hace necesario el cambio, y lógicamente, las llaves antiguas ya no sirven, y a esta señora, al no habitar en el inmueble, no había forma de hacerle llegar las copias nuevas.

Pues bien, esa señora no entendía este proceso natural de vida de los cilindros, sino que habíamos sido nosotros, que para fastidiarla por no pagar, habíamos cambiado adrede el cilindro de su portal, y le habíamos impedido el acceso a su vivienda. Y se fue con esta idea del despacho, no hubo forma humana o inhumana (ganas de pegarle un tortazo hubo, pero no hubiera sido profesional) de convencerla de lo realmente pasado. Lo bueno es que esta señora pagó e inmediatamente vendió el piso, que si llego a tener que explicarle las cuentas a ella en una futura Junta de vecinos, lo de la locura de Jack Nicholson en “El Resplandor”, hubiera sido una partida de parchís comparada con mi reacción ante tal situación. Que si encima le tengo que explicar lo de la derrama para poner la nueva antena colectiva, no estaría aquí, escribiendo para que paséis un buen rato (espero), sino estaría aún explicándole las ventajas de disney channel.

Casi llevo dos páginas, y todavía no he hecho referencia a ninguna experiencia religiosa de mis vivencias en el cuartel. Aquí va una, durante varios meses, y como consecuencia lógica de juntarme con los “ruinas”, vivíamos mis compis y yo un “emporramiento” (no se si la palabra está reconocida por la Real Academia de la Lengua) generalizado, ya que nuestra rutina era la siguiente: porro antes de entrar al cuartel por la mañana, los que teníamos permiso para dormir en casa, otro antes del desayuno, otro para después del desayuno, otro en el descansito de media mañana, otro cuando nos cambiábamos a ultima hora de la mañana para irnos, y el último, después de salir del cuartel para celebrar el magno acontecimiento diario de volver a ser durante unas horas “personas normales”.

En una de éstas, en el descansito de media mañana, que nos íbamos al retrete en manada (que los mal pensados, y algunos asiduos de locales de ambiente, seguramente pensarían otro cosa) para que no nos trincaran los mandos, renació mi habitual “potra” (suerte) para situaciones complicadas. Como tenía trabajo acumulado en la oficina del cuartel, que era mi destino, me fume un par de caladas y me fui del baño. Nada más salir, oigo un portazo detrás de mí. Había entrado en el “excusado”, cerrando la puerta de golpe para que nadie pudiera escapar, el sargento con más mala leche del cuartel, el típico que si te hubieras disparado en una pierna durante un ejercicio con fuego real, te hubiera dicho que te levantaras, que todavía te quedaba otra, y que después podías seguir gateando con las manos.

Dicho sargento arrestó a todos los que estaban en el retrete en ese momento, o sea, que me libre, ya no por minutos, sino por segundos, que me pegó dos restregadas más de jabón cuando me estaba lavando las manos, y me veo pelando patatas (pongo patatas porque hay amigos/as de la península que leen mis artículos, y si pongo “papas” los/as descoloco) en la cocina del cuartel hasta que Esperanza Aguirre confirme que ya puede llegar a fin de mes con lo que gana.

En otro ocasión, cuando ya éramos “veteranos”, nos dio por hacernos pasar por mandos, a lo que contribuyó enormemente el coleguita que estaba destinado como “furriel”, que para aquellos/as desconocedores del argot militar, es el que tiene como misión estar al cargo de la ropa, armas, materiales y demás. Este furriel en cuestión, era uno de la “quinta”, y lo que no sabían los mandos, o si lo sabían, o bien les importaba tres pimientos, o lo pusieron adrede para poder beneficiarse ellos, es que era el más golfo de todos. Vale como ejemplo que el tío tenía un “panda” al principio de la mili, y cuando la dejó, nos fuimos un día en su coche para celebrar la despedida, y el trayecto de bareto en bareto lo hicimos en un Mercedes.

Este coleguita nos entregó unas insignias de sargento, y yo, que era el que tenía pinta de ser más mayor (siempre la he tenido, si no, como se come, cuando comenté que entré en una discoteca con 14 años, a ver como lo hubiera hecho, lo malo es que soy como el chiste, desde que abro la boca lo desmiento todo, y aun en la actualidad me dura), me puse los citados galones, y nos fuimos a donde estaba una camada de “machacas” (otro argot que significa que aún te quedan un par de meses de recibir collejas de los veteranos). Estos novatos, nada más verme, empezaron a levantarse y a saludarme: “a la orden, mi sargento”, y yo todo serio, y los colegas detrás descojonados, respondía: “descansen, descansen.”

En un momento determinado, me empieza el picor en la nuca que despierta mi sexto sentido (es que tengo un par de tías medio brujas, y debo tener algo trastocado en algún gen), lo que hizo que tardara 0,35 milésimas de segundo en desprenderme de las insignias de sargento. Lo que tardó en darse la vuelta la siguiente persona a la que pensaba hacerle la broma, que resultó ser un teniente de los de academia, que son los peores. Me salve por los pelos de las pestañas (que por el pelo de la cabeza no sería, no), que fui yo quien le tuvo que decir: “a la orden, mi teniente”, con el consiguiente descojono de los amigos que estaban escondidos viendo la escena.

Estos tenientes de academia son terribles de necesidad, pues no han vivido los entresijos de un cuartel desde los inicios, o sea, no han entrando de soldado raso y ascendiendo, son los tradicionales “niños de papa”, el cual les habrá pagado la academia, y no perdonan ni una. Te pillan en lo más mínimo y te meten tantas guardias nocturnas, que te tienes que ir a vivir a Australia, para recuperar los biorritmos de los que es el día y la noche.

Me he acordado escribiendo la presente (que bien me expreso, por Dios), de montón de anécdotas más, pero no quiero sobrepasar en ningún artículo las tres páginas. Según un profesor que tuve de cómo hacer relatos cortos, lo de “corto” viene por el número de páginas, no por la capacidad intelectual del que escribe, que hubo un par de alumnos a los que el citado profesor les dio el siguiente consejo: “hijo mío, si éste es el camino que buscas para ganarte los potajes durante el resto de tu vida, éste es el momento de cambiar, te lo aseguro”.

2 comentarios:

Mary Sol Pérez dijo...

¡Hola!

En este viaje al descubrimiento de mi "Nuevo Mundo" desde hace un año a donde arrivé dejando atrás tierras tropicales, convulsionadas y "bonchonas", me encuentro que tu blog será una herramienta más cercana a la recién extrenada visión de lo cotidiano, de lo que puedo percibir en la prensa "de un lado y de otro", que, a mi humilde entender, confunden más de lo que aclaran o de una televisión que suelo poner a bajo volumen para quedarme dormida.

Nunca se sabe hasta dónde puede llegar nuestro pensamiento, por eso me gusta tanto la frase: "Si lo escucho, lo olvido; si lo leo, lo recuerdo; si lo escribo, lo sé"

Por lo pronto, dejo constancia de mi visita y un super saludo para ti deseando que tengas una semana chévere.
Dewa mata,

Mary Sol Pérez

Mary Sol Pérez dijo...

Sorry...puse "arrivé" de "arrive" en inglés...te dejo la "B" ;)