miércoles, 31 de octubre de 2007

REFLEXIONES DE UN IDIOTA CON CEREBRO II

REFLEXIONES DE UN IDIOTA CON CEREBRO II

Me encontraba yo tan a gusto y lleno de satisfacción personal, tras haber escrito el primer artículo, y cuyas críticas en su gran mayoría han sido de felicitación (gracias a tod@s por vuestra opinión, pero me di cuenta enseguida de que el artículo era bueno, cuando, tras remitírselo al amigo facha, éste lo puso de vuelta y media, y me preguntó que me había fumado, con lo cual, si a él no le gusta, es que es bueno; si me llega a decir que estuvo bien, me hubiera quedado preocupado), cuando escuché algo por la radio, algo tan sorprendente, que me hizo volver a teclear y llenar otro par de páginas (esta vez intentaré que sin faltas de ortografía, verdad, eu?).

Llego a casa tardíamente (los motivos de dicha tardanza no son dignos de comentar, y menos por un caballero como yo, pero para el amigo facha, le diré que estaba bien buena) y para conciliar el sueño me enganché a la radio. Entre las primeras vueltas para conseguir la postura adecuada de la almohada, escucho una cuña publicitaria del partido que actualmente nos está gobernando en el ayuntamiento, CC, en la que se le pregunta a un señor mayor por los candidatos a la alcaldía. La respuesta del susodicho es “yo no iba a ir a votar, pero ahora si lo voy a hacer, a votar al Sr. Zerolo, nuestro alcalde, para defenderlo de todas las mentiras que se han ido diciendo sobre él”. Antes que nada decir que estas líneas no son la frase literal de la cuña, es más o menos la idea que querían plasmar, que luego saltan los listillos, y a mi lo de saltar por encima de ellos, las rodillas se quejarían un montón.

Tras escuchar esta cuña, la sangre empezó a hervir dentro de las venas (tuvo que ser eso, porque la cena había sido fría, no por la compañía, sino por el tipo de comida), y se me empezaron a erizar todos los pelos del cuerpo (incluso el de las orejas, que ya empiezan a salir por ahí también, que la edad no perdona, ni siquiera jugando con comodín).

A este señor mayor (digo lo de mayor por el tono de voz del entrevistado en cuestión, que denotaba tener sus años de experiencia en la vida), yo le recordaría que tres años atrás, se podía tranquilamente pegarse su paseo matutino con sus amigos, quedar en la plaza del barrio correspondiente, caminar rambla abajo, calle del castillo, viendo a las niñas y no tan niñas pasar (si, abuelo, si, que a estas alturas ya no engañamos a nadie), llegar a la plaza candelaria, tomarse el cafecito con los amigos, viendo a los que no tienen la buena suerte o mala suerte (según cada cual) de no estar jubilados, corriendo por las calles realizando sus labores profesionales, gozando del buen lenguaje que te sale cuando un taxista se te pone en medio sin previo aviso y con alevosía. En fin, lo que se dice, una mañana tranquila.

Pero desde hace tres años para acá, esos idílicos días se vinieron abajo, porque, desde que empezaron las obras del tranvía, con zanjas, aberturas, roturas de aceras, ruidos, atascos y demás (todos ellos han provocado en mi reacciones verbales que el día que llegue al infierno, hasta el diablo me dirá: “macho, te pasaste, eso no lo digo ni yo”), lo de pasear por las ramblas y zona centro, y menos para un señor “abuelo” (con todos los respetos), se habrá convertido en una odisea.

Desde hace tres años hasta ahora, este señor se habrá quedado en su plazita del barrio, ejerciendo de “canguro no profesional” con los nietos en los días festivos o cuando algunas de las innumerables huelgas de los colectivos de educación provocaran días sin clase (porque de las guarderías públicas no me hagan hablar, que entonces la presión sanguínea no habrá médico que la baje).

Y ya no hablemos si el señor entrevistado hacía referencia al espinoso tema de Las Teresitas, donde el actual acalde está siendo investigado por presuntos fraudes. Porque ese tema es tan lioso, que hasta yo, que me he leído la denuncia presentada por la fiscalía anticorrupción, todavía no he acabado de entenderla del todo. Si se refería a la mala imagen que esta denuncia le puede haber hecho al sr. Alcalde, yo le diría a este señor entrevistado, que, primero, nadie es culpable hasta que se demuestre lo contrario, y segundo, hay que dejar trabajar al sistema judicial, y que éste determine con sentencia firme si hay delito o no. Pero lo más importante es que nadie se pone a investigar porque le hayan quitado un caramelo a un niño (si hablamos de una buena chocolatina ya habría que pensárselo), sino porque está en juego una presunta venta ilegal de terrenos públicos, y unos presuntos cobros de comisiones ilegales.

En definitiva, la mala imagen la tendrá el alcalde si se demuestra con sentencia firme que es culpable, y si se demuestra que es inocente, su valoración política se incrementará mucho más, a mi juicio.

Y todo este rollo de parrafada viene a que me parece una auténtica …………. (dejo a los lectores que rellenen ese campo con la palabra que les parezca apropiada, y así este artículo se ha convertido en un texto interactivo, toma ya, como decían en una famosa zarzuela, “hoy los tiempos adelantan que es una barbaridad”), y que no se puede uno posicionar ni a favor ni en contra de nadie, de momento.

Me refiero a que este señor debería ir a votar, primero y más importante, porque es un derecho que se ha sufrido mucho por conseguir, con victimas humanas de por medio, y segundo por ideología política, por valoración de los candidatos, por los programas electorales de cada partido, etc, etc.

Si este señor le quiere dar su voto al actual alcalde, debería ser porque le ha gustado su gestión en estos últimos años, sus logros y sus aciertos. No debería decantarse en darle su voto ahora porque se han metido con él. ¿Esto qué es? ¿Una pelea de colegio? Como se han metido con mi amigo, yo me pongo del lado suyo.

Bueno, con esto terminamos el capítulo II, ya se que ha salido mucho más serio que el primero (con lo que mi amiga de Barcelona no se va a reír tanto como con el otro, pido disculpas de antemano), y que seguramente, para unas mentes tan privilegiadas como vosotros, no habrá colado la sutil intercalación de la crítica a las obras del tranvía, que he metido, sin tener en principio mucho que ver con lo realmente escrito.

En fin, esta vez me despido con una frase celebre de Chico Marx (en realidad no es de Groucho, sino de Chico), que reza: “yo no tengo nada, pero cuenta con la mitad”.

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