miércoles, 31 de octubre de 2007

REFLEXIONES DE UN IDIOTA CON CEREBRO IV

REFLEXIONES DE UN IDIOTA CON CEREBRO IV (SE VE QUE TODAVIA ME ACUERDO DE CÓMO SE ESCRIBIAN LOS NUMEROS ROMANOS)

Pensaba dejar unas cuantas semanas antes de volver a bombardear a los amig@s con un nuevo artículo, pero todo cambió cuando el amigo facha criticó públicamente, en nuestro medio de comunicación radiofónico, mis artículos.

Me catalogó de “plumilla”. Yo, que ante todo soy muy cauto, busqué dicho término en el diccionario, y sólo salía una referencia a las plumas de un pájaro chiquitín, o en su caso, las plumas de una cría de pájaro. A mi también se me ocurrió que plumilla podía adjuntarse en una frase como adjetivo, a una persona del sexo masculino, que le gustan las personas de su mismo sexo (por no decir claramente que es un pedazo de mariconaz…..), vamos, algo así como que se le ve el plumero.

Pero plumilla referido como algo relacionado con la escritura, pues como que no (una de dos, o el facha estaba equivocado, o me tengo que comprar una diccionario actualizado, aunque bien mirado, mis diccionarios son los Larousse de los años 70, puede que sea por eso).

Al mismo tiempo, el amigo se refirió a que, en vez de gastar mis energías en saturarle su mail con artículos, me tendría que dedicar a canalizar mis fuerzas en unos ejercicios físicos, que implican necesariamente la presencia de otra persona (en mi caso, femenina), que se pueden realizar en diferentes mobiliarios (yo me quedo con una buena cama) y no hace falta, en principio, ninguna chuleta, pero yo siempre tengo un Kamasutra de bolsillo por si acaso.

Visto lo cual, y dado que el susodicho amigo criticó que le llenaba su mail, este artículo, en su nombre, le será enviado, no sólo una vez, sino tres o cuatro veces como mínimo.

Después de este interminable inicio (truco que se utiliza para llenar páginas cuando no se tiene claro de que se va a escribir, como es mi caso), pasaremos a rellenar otro par de folios con otro tema, que esta vez va a ser sobre los mítines políticos.

Si se tiene algún conocido que es miembro de algún partido político, y sin saber como, te ha enganchado para que lo acompañes a ver un mitin, haciendo referencia que viene tal político de la península, los llamados “vacas sagradas” de cada partido, uno en lo primero que piensa es: “ya me lió, como hago ahora para escaquearme?”. Claro está que este pensamiento te sale si te ha invitado un amigo (y me estoy refiriendo si eres un tío, aunque si eres una mujer, creo que pasaría lo mismo, pero al contrario, creo que ha quedado claro), porque si te ha invitado una amiga, que encima está de muy buen ver, estás cuatro horas antes, le ayudas a montar el escenario y te haces un tatuaje con las siglas del partido correspondiente.

Ahora bien, si me invitan a mi, me lo pasaría como un enano (perdón de antemano a los enanos, que yo que mido sólo 1,69 cm., no estoy para meterme con nadie).

Primero, la moda de poner gente detrás del orador, vamos, que te pegas todo el tiempo viendo el trasero del susodicho, temblando que el citado orador no sea Fraga, y deseando que sea el de alguna política que se nota que tiene gimnasio particular en su casa (la vena machista, que no hay forma de que se quede dormida, lo siento).

Otro de los momentos divertidos es ver como la gente aplaude a rabiar, con cualquier tontería que ha explicado el político, con una exaltación que no le sale ni al hincha más forofo tras ganar su equipo la champions league, que parece que acaba de descubrir el secreto de la vida eterna, la curación del cáncer, o algo mas inexplicable todavía, de donde sale la tremenda suerte que tiene Capello?.

Y ya para remate final, algo que no lo supera ni martes y trece en sus momentos más gloriosos, ver a los candidatos cantando y bailando al final del mitin. Yo de bailar y cantar, ni lo justo, lo más negado que hay en esta vida para ese tipo de arte, pero ver a un señor con sus añitos, calvo, con sus kilitos de más, moviéndose al ritmo de una melodía animada, las carcajadas que me salen, no solamente motivaran que me echen del mitin, sino que buscan algún artículo del código penal para meterme preso de por vida, por descojono público.

Y no te digo más, cuando se cogen todos los candidatos, con las manos alzadas, moviendo los brazos, con unas sonrisas más que forzadas (los de cirugía plástica se tienen que forrar después de cada mitin) y asegurando que van a ganar las elecciones. No hay ni una formación que sea realista y te antemano te diga: “a ver si conseguimos tantos escaños, para poder pactar con tal partido y poder conseguir alguna concejalía, consejería o lo que toque”.

En fin, que mi consejo es que acudáis a un mitin si os invitan, pero eso sí, poneros atrás, al final, para que vuestras carcajadas no se noten mucho.

Como despedida, otra de las frases célebres que me gusta reproducir, esta vez de Homer Simpson: “en el mundo hay tres clases de personas, las que saben contar y las que no”.

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